Inteligencia emocional


EmocionalMente


ia

Los seres humanos en diferentes ciclos de su vida han expresado que las emociones rigen la mayor parte de sus acciones, sin embargo, las últimas investigaciones desde la neurociencia han ayudado a comprender e identificar cómo es que nuestras emociones funcionan y cómo se producen en el cerebro, esto ha facilitado también la comprensión de los estados afectivos, permitiendo que poco a poco se sintonice Mente y Corazón.

Hablar de Inteligencia Emocional (IE) se ha vuelto tendencia, es frecuente que en todos los ámbitos de acción se hable de este elemento, a nivel organizacional y educativo se menciona las habilidades blandas que no son más que la suma de una serie de componentes de la IE.

Daniel Goleman, unos de los principales autores e investigadores en este tema, expone “De ahí la importancia de la inteligencia emocional, porque constituye el vínculo entre los sentimientos, el carácter y los impulsos morales. Además, existe la creciente evidencia de que las actitudes éticas fundamentales que adoptamos en la vida se asientan en las capacidades emocionales subyacentes”.

Es así como la salud emocional, ha ido tomando relevancia, lograr el equilibrio emocional es la premisa para muchos, y se hace cada vez más necesario alcanzar la habilidad para identificar, entender, usar y administrar nuestras propias emociones en formas que permitan disminuir el estrés, fomente la comunicación efectiva, facilite la empatía y disminuya los conflictos. Todo esto se relaciona con la capacidad de regular las emociones, la autorregulación emocional, está relacionada con la capacidad de cada uno para identificar sus emociones, sentimientos y sus reacciones a estos, y poder canalizarlos de la mejor manera.

Es importante que cada uno se concientice de las reacciones de su cuerpo ante las situaciones que pueden generar una respuesta emocional, pues siempre hay una reacción fisiológica y suelen acompañarse de cambios corporales (se acelera la frecuencia cardiaca, se tensan los músculos, sudan las manos, etc.), son señales que nos ayudarán a identificar nuestras emociones y reacciones.

Los pensamientos sobre lo que sucede en el contexto inmediato determinan lo que sentimos y nuestra reacción. Si creemos que estamos en peligro, sentimos miedo, si pensamos que alguien nos ha ofendido, nos enfadamos, si sentimos que estamos en una situación incómoda, nos avergüenza. Aprendiendo a reconocer esas emociones, lo que sentimos y lo que nos llevan a hacer, podemos mejorar nuestras respuestas emocionales, y actuar de forma proactiva y benéfica para sí mismo y los demás.

¿Cómo podremos lograrlo?, para muchos parecerá complicado, pero trabajando estos elementos podrás mejorar tu IE:

AUTOCONCIENCIA:

Es una de las competencias emocionales básicas. Requiere de dedicación, es conectar con tus valores, motivaciones, fortalezas y debilidades, tomarse tiempo para pensar en sí mismo, cómo me siento con esta situación, qué emociones genera en mí, qué pensamientos vienen a mi mente, cómo mi cuerpo reacciona, de esta manera se podrá comprender las propias emociones, reconocer las de los demás y lograr la regulación de estas, debemos tener en cuenta que este es un proceso dinámico, pues, nuestras motivaciones, valores e ideas están en constante cambio, por eso es importante siempre dedicar tiempo a la introspección.

EMPATÍA:

Popularmente, decimos que es la Capacidad de ponerse en los zapatos del otro, la definición técnica es “el sentimiento de identificación con alguien o la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos” (RAE 2019). Se relaciona con la habilidad de entender el estado emocional del otro, desde su perspectiva, diferenciando sus estados emocionales y la habilidad para tomar perspectiva, a nivel cognitivo y afectivo.

Es una habilidad importante en las relaciones sociales y profesionales, desarrolla la conciencia de uno mismo. Siendo además necesaria para expresar la compasión, que se define como la motivación para actuar ante el sufrimiento de otras personas.

GESTIÓN DE EMOCIONES:

Es el proceso por el cual se toma conciencia de la relación entre emoción, pensamiento y comportamiento. El primer paso de este proceso consiste en saber definir claramente qué estamos sintiendo, y darle nombre, lo que nos permitirá tomar las decisiones adecuadas para nuestras actuaciones, centrándonos en las tareas verdaderamente primordiales, sin prestar tanta atención a las distracciones.

Las emociones hacen parte importante del actuar humano, y al hablar de Inteligencia Emocional, se toca un tema relevante, pues marca una gran diferencia a la hora de relacionarnos con los demás y de comportarnos ante las diferentes situaciones de la vida, el éxito social está medido por la IE, las relaciones interpersonales dependen de la IE, el cerebro y el corazón están conectados, por lo cual administrar adecuadamente esa conexión es un reto individual, que requiere de compromiso con uno mismo para lograr conocer y reconocer las emociones y el mejor impacto en nuestras vidas y las de los demás.